Antes, me da la impresión, de que era feliz con mucho menos. De las que esperaban con ansia los sábados, salía con las gafas de sol en el bolso sabiendo que antes de las 2 tenía que estar en casa, bailaba, bebía como si no hubiera mañana, con mil fotos en plan pava... y regresaba a casa esperando recibir algún mensaje aquella noche del pobre diablo de turno.
Ahora salgo, bebo, vuelvo tarde a casa y llevo meses sin recibir un mensaje con el que decir "aiiis... que adorable".
Será todo cosa de la adolescencia. De la ingenuidad y de el conformismo de aquellos años.
Nada, todos habremos tenido una época así. Llena de malibú piña, brugal cola, 43 vainilla y vodka con limón. Todo junto y para adentro.
No me quejo, fue una buena época. Y aquí yo me confieso y me dejo un poquito por los suelos, pero es lo que hay.
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