"El problema no eres tú, soy yo", y nunca hubo una verdad más cierta.
Y es absurdo quejarse por las situaciones que nosotros hemos acabado propiciando.
Y es absurdo quejarse cuando la culpa de todo es de nuestra indecisión.
Y es absurdo quejarse cuando no sabes salir del maldito papel que has estado tanto tiempo interpretando.
Y es absurdo quejarse cuando tú eres la única que tendría que cambiar y te cuesta tanto estar dispuesta.
Y es absurdo quejarse de la falta de afecto cuando tú eres la primera en marcar distancias.
Todo es demasiado absurdo.