14 de febrero de 2014

Caótica, Ana.

I
Feliz primer aniversario sin vernos las caras.
Feliz tú; yo a ratos, pero cada vez más largos.

Que la distancia no hace el olvido,
y el tiempo tampoco.
Me lo enseñaste tú
y ella me lo demostró.


II
Ya no te escucho sobria y ebria no me dejan,
que me sientas peor que el tequila desde que no lo brindo contigo.
Que aunque puede que te quisiera yo también me quiero,
y dolías.

Ojalá me sufrieras un poco de lo que yo te sufrí.
Un ápice de ese dolor,
un poco de ese vacío por dentro.
Pero tú no.
Al menos, por mi, nunca.


III
Que pagaría por compartir una cerveza contigo, sí.
Al igual que también pagaría porque nunca hubieras aparecido en mi vida.
Que a ratos te mataría,
pero en el fondo te tengo aprecio.

Es sólo que te quise.
Ya no te quiero.


IV
Fuiste el error más grande que cometí,
La culpa más pesada con la que cargué.
La locura que nunca hice por nadie,
ese fuiste tú.

El perder la cabeza, que te llevases mi norte.
Quien puso mi mundo patas arriba,
la consecuencia de tus estragos.


Está bien.
Creo que no quiero volverte a ver,
(al menos por ahora).





6 de febrero de 2014

Anécdotas conciertiles Vol. I.

A mi hay cosas que veo/vivo que me dejan un poco loca, tanto así que al cabo de un tiempo, cuando vuelve a reaparecer algo relacionado con ello me vuelven a la cabeza y me indigno, río, lloro o lo que proceda. Lo de esta vez fue de risas y perplejidad, una mezcla entre quedarte fría y descojonarte.

Todxs sabemos que los músicos tienen un no sé qué, qué sé yo, que hace un tilín especial, da igual la edad que tengas o tus preferencias musicales. Da igual lo más o menos conocidos que sean, tienen un rollo que les distingue del resto de los mortales y eso es algo de lo que todos nos hemos acabado dando cuenta.

Pues bien, hace un tiempo, después de un concierto, me topé con una señorita (no la vamos a privar de tal calificativo por mucho que le faltaran las formas) y mi intuición me dijo "atenta, que la noche va a dar de sí". No está bien bien generalizar, pero tengo ciertas reservas en lo que respecta a las nuevas generaciones. La cosa, que así sin venir a cuento y en mitad de una conversación músico-ella-yo (nosotros dos fumando, ella pasando frío), me soltó un ataque gratuito por haber ido, según ella, a "un colegio de pijos". No se puede empezar bien con alguien que sin conocerte te encasilla tan rápido y en base a nada, es inevitable ponerle una cruz bien grande en la cara, por bocas y falta de modales.

Me pongo a hablar con unos amigos, yo pensando "la vamos a tener", y vuelve ella, se me acerca, me coge la mano y me dice: "a ver, como creo que vamos a pasar toda la noche juntas porque se ha ido mi amiga creo que es mejor dejar las cosas claras desde el principio, ¿a ti quién te gusta? Porque a mi me da igual, si a ti te gusta uno yo voy a por el resto, que a mi me gustan todos". Mi cara un poema, y hombre, como yo no soy quién para privar a nadie de tener un objetivo u otro la di vía libre para que sacase todas sus armas con quien le diese la realísima gana. Diré que creo que hubiera sido mejor enfadarse con ella, porque desde ese momento me cogía de la mano para llevarme a rastras por todos  lados como si fuera su amiga de 18 años sin serlo, y yo para lo del espacio vital ya he dicho muchas veces que soy muy mía, y que me toquen o me agarren así por que sí no me hace ni pizca de gracia. Pues eso, la niña feliz y yo con semejante carga de la que poco a poco me fui desprendiendo.

Ya se dice, que en el amor y en la guerra todo vale, y aunque aquí no hubiese ni amor ni guerra por ningún lado yo lo extrapolo porque sí, porque me da la gana. Y ante la declaración anterior, que tan tocada me dejó, tenía la imperiosa necesidad de contarlo, y así fue. Que puede que no estuviese bien, que fuese muy sucio por mi parte, ¡pero qué narices! Que a mi me hizo mucha gracia y al resto de la gente también.

Todas nos hemos puesto pesadas alguna vez, yo la primera, que con alguna copa de más puedo ser el ser más cargante sobre la faz de la tierra (bueno, tanto tanto no), pero hay unos límites, si tú no dejas de agarrar a alguien y ese alguien no hace más que procurar soltarse no sigas, que la cosa pinta fea. Pero ella no lo veía, osease, los bailes que se traía el personal eran graciosísimos y yo me reía mogollón mogollón cuando ponían cara de "Diuuuus, que alguien venga a salvarme" (tengo documentos gráficos, pero mi hijoputismo tampoco es tan desmedido).

Y oye, que me resultaba envidiable la confianza que tenía la chica en sí misma, lástima que el físico no le acompañara. Y sí, sé que este comentario ha quedado muy de flipadísima, es lo que tiene no tener ni abuelas ni abuelos ni novio ni na' que te suban la moral.

Por si queda alguna duda, sí, se volvió a casa sola tambaleándose por medio de la calle y me dio una buena lección sobre lo que nunca hay que hacer y que hay que tener cuidado con quién presumes y de qué cuando no tienes ni repajolera idea de con quien estás hablando, pero ese ya es otro tema.



3 de febrero de 2014

Hombres, mis queridos hombres.


¿Por qué les cuesta tanto ser sinceros a los hombres? ¿Por qué no te frenan los pies antes de que te veas inmersa en plena maratón para conquistarles?

“-Sólo quiero follar.
-Ajá, tomo nota, sólo sexo.

Se me vienen a la cabeza muchas situaciones que ahora resultan graciosas, pero que en el momento no lo fueron tanto, de los típicos que te dan gato por liebre. Que a ver, no digo yo que lo hagan a malas, más bien culpo a la falta de pelotas para coger al toro por los cuernos, pero duele, pincha un poquito, y lloras, te cabreas y les quieres partir la cara.

La última fue la del chico… llamémosle X, ninguna pareja estable, parecía muy tierno. Múltiples encuentros, y remarco múltiples, planes peli-manta, se dejaba el cepillo de dientes en casa, se traía el pijama (¿quién coño saca hoy día el pijama de paseo para follar?) y le preparaba el desayuno (diré en mi defensa que fue la única persona con que lo he hecho, y nunca más). Me decían mis amigas “no tienes que ser tan hermética con los chicos, porque claro, ellos no saben lo que puedes estar sintiendo”, vale, venga, sal un poquito del caparazón, Ana: “me gustas”, “¿a sí?”, abrazo fuerte y mi cara desencajada en la oscuridad. La versión cutre del “te quiero; gracias”. Oye, igual es que el chico es tímido o más hermético que yo, quién sabe, ¡pero me abrazó fuerte después! Quizás esa era su forma de responder.

Puede que sea cosa mía, que soy un poco trabada, pero creía, consideraba, que después de más de un mes en ese plan… las ilusiones estaban justificadas. ¡Zasca! Bomba de humo y posterior patadón al pedir explicaciones del que ni siquiera pude defenderme porque me toco consolarle. ¿Hola? Me gustabas, lo sabías y me estás hablando de otra tía, ¿te reviento o te reviento?

Antes de ese hubo otro similar, acababa de salir de una relación muy larga, “no, no busco nada serio, después de tanto tiempo quiero un poco de libertad”, a ver, que puede que yo mezcle cosas y no me aclare bien, yo si quiero un follamigo (que hasta donde me consta nunca he tenido uno, al menos conscientemente) no le escribo todos los días, no le hago cumplidos del estilo “¡me encantas! Amo tu forma de ser”, “no he pegado ojo en toda la noche porque no podía dejar de mirarte”, “eres la persona más erótica y sensual que he conocido nunca”, ¡ojo ahí! Que yo creo que cuando te pone una persona y te gusta como es… ya son muchos muchos puntos para querer algo con tal persona (yo, desde mi punto de vista, algo personal, igual para el resto del mundo no). ¡ERROR! Y otra vez, pasado un tiempo, me rompen mi burbujita privándome de poderme defender y gritar a la cara como Dios manda, pues nada, oye.

Previos a estos están el que te dice que le encantas, acabas conociendo a todos sus amigos, te lleva a reservados con ellos y con prostitutas (tú acojonada, no vaya a ser que la gente piense mal) pero al final resulta que se va a vivir a otro país, lo típico vamos.

La cosa, que todo es mucho más simple, ¿qué necesidad hay de marear la perdiz? Que hablando las cosas, dejándolo claro, nadie sufre y nos divertimos todos. Y es que aquí no acaba el drama de estas situaciones, en primer lugar está el drama personal, en segundo lugar el drama para las amigas, a las que también las toca cargar con un gran peso a sus espaldas.

Yo me propuse para este 2014 no enamorarme, bueno, yo no me enamoro, más bien no encapricharme too much. De momento no he derramado lágrima por varón en el mes que ha transcurrido de año. Pero estoy TAN harta de escuchar historias de fantasmas que os juro que voy a empezar a cortarles la cabeza y dejarlas expuestas en el portal con una nota aclarativa, “Si no tienes la puta madurez suficiente para manejar una situación no cruces esta puerta ni te acerques a mis amigas, o tu vida corre peligro”.

Pues eso, que hoy por ti mañana por mi, que a nadie le gusta que le engañen vilmente, que si empieza a haber sentimientos de por medio las cosas dejan de ser tan divertidas para una de las partes, y fomentarlos sin interés alguno es de hijos de puta.

Cruzo los deditos para que ninguna de las personas previamente mencionadas lea esto, y si lo leéis no me lo digáis nunca. Ya no os guardo rencor, me resulta gracioso (reír por no llorar, dicen),  pero en su día me sentó mal, fatal. Pues eso, con un par. En el amor (o en el sexo), y en la vida en general, con un par.


Distorsión.

Retorcerse entre tus brazos a escondidas mientras me sujetas fuerte y me intentas besar, colgarme de tu cuello mientras se nos enredan las piernas, y nos reímos y nos besamos y nos volvemos a reír. Las miradas que desnudan y te follan hasta el alma, que las embestidas ya vendrán después. Que te pongas serio y me mandes a la mierda sin miramientos por ser demasiado caprichosa. Dispárame. Que me colmas las ganas, estamos borrachos y nos volveremos a ver pronto. Que siento tu lengua entre mis piernas y se me pasa el frío. Que haces dulce lo amargo. Que tus "te quiero" son tan de mentira como mis "esta vez no me voy a colgar", pero me da igual. Que no nos hacemos falta. Que me llamas en diminutivo, me llamas bonito. Tus manos en mi cintura, nuestro reflejo en el espejo del baño. 

Que me veo más guapa que anteayer, sonrío un poco más.