17 de diciembre de 2014

Nada, nada, nada.

Ya sabéis cómo va la vida, salir un martes y acabar con tus amigos de los martes, porque perdidos no somos tantos y ya nos conocemos entre nosotros. Y llovía, y yo me propuse volver a casa temprano, que ya se me había ido demasiado la vida de las manos los meses anteriores, y dar un paseo a las 2.30 de la mañana de aquella parecía una idea maravillosa, porque me autoconvencí de que no era plan gastarme el dinero que no tenía en un taxi y así ahorraba lo del kebab que no me tomé (¡qué sí, señores! que ya me gustan los kebabs también, ¡cuántos progresos!). Y hay mogollón de gente, de chicas más bien, que tienen pánico a andar de noche solas por la calle, pero entre mi cara de taradita mental con mirada desenfocada que ahuyentaría a cualquier violador en potencia y mis pintas estrafalarias más propias de la niña de la curva que de una persona normal no había miedo de nada. Y joder, he vuelto a casa cachonda, mojada y manteniendo la misma mirada, y qué desperdicio con tantas camas libres, tan pocos años y menos compromisos aún.

De la que iba caminando, enchufada, como siempre que me veáis por la calle, al iPod, iba reinventando frases. Muchos no sabréis de qué hablo, pero otros tantos sí (a los que no tengáis ni puta idea os remito a la película de la que siempre hablo, que tampoco menciono muchas y es sencillito, y si no sabéis preguntad), ya sabéis la original: "Y si te sientes solo entonces ve a la tienda de discos y visita a tus amigos". Ya no hace falta ir a tiendas para visitar a nadie, y yo los llevo siempre encima, a esos "amigos" que te venden por una caja de cervezas, y no me sentía tan sola. Y pasé por aquel hotel en el que me secuestraron parte del corazón, y le dije hasta luego.

Y en mi mente todo sonaba más conexo y bonito de vuelta a casa, pero que voy a pedir, que llevo demasiadas cervezas y copas encima, y las cosas salen como salen, y ese halo de dramatismo en mi vida se ha medio disipado, así que tampoco me sale recurrir a él para adornar las palabras. Y en el fondo no quiero que nada suene bonito, que he vuelto a casa, que estoy sana y salva y que me gustaría que hubiese alguien esperando en la cama, que traigo los pies fríos y siempre me cuesta demasiado entrar en calor. Así es mi vida, ya sabéis, desprendiendo nada por los cuatro costados pero haciendo como si fuese algo.



Y mi ciego y yo nos vamos a la cama, así, para hacernos compañía un rato. Al menos hoy no me costará dormir.

10 de diciembre de 2014

Survivor.

Cada uno tenemos nuestros temores, nuestros puntos débiles, las marcas de los puñales, nuestras taritas mentales, lastres que nosotros nos hemos empeñado en poner ahí y con los que se hace tremendamente difícil la convivencia con uno mismo. Que hacen que se nos olvide como iba eso de abrazarse a uno mismo y de sonreír a ese tu que te mira desde el espejo.

He tomado muchas malas decisiones, he sufrido muchas malas decisiones. Cargué con ellas como buenamente pude. Las consecuencias han podido llegar a durar años. Me enseñé, y he aprendido, que no hay mal que por bien no venga (ya sabéis, ese momento drama del que ya he hablado más veces y del que a todos nos gusta presumir está aquí). Y ya os dije, he salido y sigo con vida.

Llamadme loca, y no me preguntéis por qué porque no lo sé, pero estos últimos meses han sido decisivos. No ha sido una sola persona, sino varias, las que me han dicho que se han sorprendido por mi nuevo yo, y joder, yo también estoy sorprendida, y me sale una puta sonrisa roja e inmensa en la cara cada vez que lo oigo. También he escuchado cosas que nunca creí que nadie me fuese a decir y me ha gustado la sensación.

En la entrada anterior hubo quien me comentó que leerme había sido como escuchar el grito de alguien que vuelve a sentir que está vivo, ¡y qué bonito me pareció! Pero sí. Me siento muy viva, como nunca.

Y todo ello son los frutos de aquello que has estado cultivando, que hacen que cojas con mas fuerza eso que ahora tienes entre manos, que te impulsan a moldearlo más a tu antojo, que hacen que no quieras despojarte de ello. Lo que te ha demostrado que lo has conseguido y puedes seguir con ello. Que es lo que te gusta.




25 de noviembre de 2014

Yo soy noviembre.

Noviembre, noviembre de luto vaginal -como diría una amiga- en honor a los ausentes, en memoria de llegadas y de partidas, que ya hay dramas de sobra en este mes como para querer más. Estoy de puta madre, eso sí, el ser una perdida, a ratos, me sienta de lujo. Que no hay pisos suficientes desde los que tirarse para volver a abrir la brecha, ya no, normalmente no. Que en poco tiempo me voy, y tampoco hay espacio suficiente para los demonios en la maleta, que os dejaré aquí, ya si tal os veo cuando vuelva. Que ningún recuerdo merece tanto la pena como para aferrarse a él de manera incondicional, que no debería haber persona ajena a ti que condicionase tu estado de ánimo.

Que nunca es tarde para cambiar, os lo digo yo, que me estoy proponiendo aprender a dar abrazos y ayer probé la comida china. Aprender a dar los abrazos que tú me prometiste enseñar pero que nunca hiciste, ¡ya verás qué cantidad de progresos cuando te dé por no girarme la cara! Que me corté el pelo y cualquier día de estos me dará por dejar de fumar, que ya no habrá cigarros a medias, que ya no volveremos a follar, ni a follar ni a fumar ni a fallar.

Que nunca nadie me escriba una canción es algo que podría soportar el resto de mi vida, no volver a ser guitarra entre sus dedos puede que también. Que puedo seguir siendo yo sin que estéis tú o él o el otro, que siempre fui muy yo, que la locura no es nada que me diese alguien y mi inestabilidad me fascina. Que voy a seguir ardiendo, llorando, quemando con o sin ausencias, con o sin presencias. Que hay quien dice que la locura nos salvará y vendréis a que os salve, pero sin pupilas dilatadas, sin que se me escurra el alma entre las piernas, no lo echaréis en falta cuando hubo un día en que pareció no importar.

Noviembre me ha recogido de la cuneta. Noviembre me ha ensanchado el pecho. ¡Bendito seas! Y vosotros fuisteis noviembre, vosotros me hicisteis ser nada a un lado de la carretera y me pusisteis un candado en el pecho, pero esta vez es otro, es mi noviembre el que me ha venido a salvar, porque yo soy noviembre.



7 de noviembre de 2014

.

Era magia, aquello era magia porque era de esas cosas que rara vez suceden. Era magia y nunca jamás nadie me quitará la idea de la cabeza. El fingir tanto sin siquiera hablarlo, el sentir tanto sin siquiera pensarlo. Y ahora nada, nada igual, nunca. ¿Y qué se supone que tengo que hacer yo cuando no encuentro nada que se le parezca? ¿Cómo se supone que tengo que seguir sobreviviendo? Te echo de menos. Nunca nada igual; ni parecido.

A veces te arriesgas y te juegas la vida, y poca gente es consciente de ello, y te toman por loca. Y la gente podrá decir misa, que hay miradas que dicen mucho más que las palabras, y yo me quedo con eso. Me quedé con eso. Y un día cualquiera te sorprendes escuchando a Chaouen y me recuerda a ti, que a fin de cuentas las cosas por las que te fuiste fueron las cosas que nunca te dije.

¿Y sabes qué? A ratos te olvido, pero después pasa lo de siempre, y siempre apareces. Dile al mundo que podría tener a quien quisiera en la palma de la mano, diles lo que me dijiste, vuelve tú, haz que me lo crea un poco. Y ahora mismo un poco de ti me hace falta más que nada, más que nadie.

Sálvame, me lo debes por todo lo que me mataste, por todo lo que pasé. Sálvame, por favor. Y quédate a dormir.



5 de noviembre de 2014

[...]

"Sólo me masturbo pensando en ti" como una de las mayores declaraciones de amor de la historia.

Aunque ya no estés, aunque puede que realmente nunca hayas estado, creo que la parte más pesada es la de fingir que ya no me acuerdo de ti.

Me volviste idiota y fomentaste mi locura. Esperé demasiado cuando toda la vida nos han dicho que es mejor no hacerlo. Puede que todavía siga esperando, puede que sea más tonta de lo que pensaba.

Que es noviembre y que fuera llueve; siempre ha llovido. Que nunca habrá un mañana, ni más mañanas. Que nunca aprendí a irme dejando la puerta entreabierta para que me salieses a buscar o para poder regresar, sigo sin saber como se hace.




Y cuanta más gente conozco más te echo de menos.

25 de septiembre de 2014

Vamos a jodernos la vida.

Vamos a jodernos la vida a la antigua usanza, no parar hasta que se vea hueso o hasta que empiece a sangrar. Alegrándonos los viernes, odiándonos los domingos, dedicándonos canciones que tiempo después no seremos capaces de escuchar, besándonos en las esquinas y girándonos la cara cuando pase alguien más.

Vamos a jodernos la vida, un poquito más, hasta que uno de los dos se cuelgue, hasta que el otro no pueda aguantar. Vamos a ir de lado, que de frente se nos ve más, vamos a contar mentiras, vamos a hacernos sentir especial. Veamos quién aguanta más. Prometámonos el mundo, hablemos de todas esas cosas que jamás haremos, ya sabéis, hablando del futuro nos volvemos a matar. Vamos a hacer que duela, que sea algo para recordar. Bailemos bajo la lluvia, hagamos algo distinto de lo que hemos hecho con los demás, vivámoslo como si fuera de verdad. Hay que dejarse la piel, la piel, las uñas y la cabeza,  la cabeza y el sentido común. Que sea una historia para contar.

Que todas las historias que se cuentan el día de mañana es que han sido algo especial, de esas que te queman por dentro, de las que hacen que te preguntes qué es lo que has hecho mal, qué es lo que hubiese podido cambiar si en vez de forzar el sonreír te hubieses puesto a llorar. ¿Qué es lo que he hecho mal todas estas veces? ¿Cuál ha sido el fallo?

Vamos a jodernos la vida hasta que uno de los dos rompa a llorar. No hay nada más bello, a la par que triste, que desgarrarse por dentro, sentir como te partes. Llamadme loca, pero es preciosa tanta fragilidad, sentirse alguien, sentirse fuerte, ser firme ante a tanta gente y desmoronarse de repente por alguien/nadie, por quien te ha hecho imaginar.

Vamos a jugar, estoy dispuesta a arriesgarme una vez más, dispuesta a dejarme las rodillas en el asfalto, dispuesta a mancharme de rimmel la cara. Dispuesta, al fin y al cabo. Dame la mano y veamos hasta donde llega esto, veamos si se queda en una historia más.



8 de agosto de 2014

Hola, me llamo Ana y tengo Tinder.

Hace no mucho tiempo que oí hablar por primera vez de esta app, y dadas las circunstancias no pude resistir la tentación y acabé por sumergirme en el mundo del ligoteo virtual (si se puede llamar así). No tenía muy claro qué es lo que me iba a encontrar por esos parajes, tampoco tenía muy claro qué es lo que buscaba (y sigo sin tenerlo).



Te registras, pones a tono tu perfil, ajustas las "preferencias de descubrimiento" según tus intereses y empiezas a likear y a dar largas a los susodichos que van apareciendo por tu pantalla, que acaba siendo lo más divertido del asunto, para qué engañarnos. Experimentas una sensación de emoción cuando al dar al corazoncito en la foto del guaperas de turno sale que sois compatibles y sigues a lo tuyo.

Tengo amigas que mantienen la postura de que eso es para desesperados y que ahí no puede haber gente normalnormal. A otras les comió la curiosidad tanto como a mi y acabaron uniéndose también al universo Tinder con una sensación de ridículo inicial que comienza a disiparse cuando te empiezan a aparecer más y más caras de gente conocida. Y te ríes y piensas qué jodidamente mal debe de estar el mundo de las relaciones (amorosas, sexuales o lo que sea que se supone que se busca) como para que seamos tantos quienes tengamos que recurrir a algo así.

¿Que qué te encuentras por allí? Bueno, lo primeroprimero es la imagen, así que todos supongo que recurrimos a nuestro historial fotográfico y cogemos aquellas fotos en las que más bellacos salimos, o más aventureros, o más deportistas, o más la imagen que se supone que queramos dar, ¡ea! Ya que nos estamos vendiendo vamos a hacerlo bien. Aquí las taras se procuran disimular: el chico que no llega a los treinta y es fan de los sombreros, gorras y similares para no dejar ver una calvicie prematura (lo siento, ya sabéis los que me conocéis que para mi lo del pelo es un básico de toda la vida de Dios), las gafas de sol del tío que tiene un ojo pipa (juro que me he encontrado uno), las sonrisas que a veces se esconden puede que sea por algo...

Peeeero... hay gente a la que se la suda esa primera imagen inicial, ¡ahí, autenticidad a punta pala! Como el señor que sale en todas sus fotos con jabalíes descuartizados y que parece más de campo que las amapolas o el chavalín musulman, que me hizo una gracia que me morí, que subió una selfie con la que supongo fuese su madre de fondo con un chador (de las fotos que he mirado es a lo que más se parecía, que yo no soy aquí ninguna experta en este tipo de vestimentas). También nos podemos topar con los desnudos a los que supongo que todo el mundo (yo al menos lo hago) denunciamos por contenido abusivo u ofensivo.

Os iba a poner fotos de señores peculiares, pero me ha entrado el acojone y os las vais a tener que imaginar.

Hacer alusión también al asunto "edades", seré breve y concisa, queridos, empezaos a cuidar, que con veintitantos años parezca que tenéis cuarenta es cuanto menos preocupante, eso o no mintáis.

Tampoco he mencionado a los chicos con novia, que igual sólo buscan amistad, oye, es una opción, pero... da que pensar. Y si tienes novia y quieres engañarla que no salga en todas tus malditas fotos, que una cosa es ponerla los cuernos y que lo sepas tu y los amigotes  y otra muy distinta es que se entere toda tu ciudad de que se la quieres jugar. No querría estar en el pellejo de ella, ni en el de él en caso de que ella se entere...

Respecto a las bios no hay mucho que decir, hay quien las omite directamente, a mi me resultan curiosas, hay alguna con la que te ríes, en otras te encuentras tal cantidad de faltas de ortografía que te harían replantearte dar like al mismísimo Brad Pitt y otras, las de esa gente que conoces y con la que te topas por casualidad, son la más mejores del mundo mundial cuando te encuentras que se describen y buscan todo eso que no son. A ver, que yo tengo puesta una frasecica de Bukowski, que tampoco dice mucho, pero cuando ves al kinki de turno definiéndose como una persona culta que busca conversaciones profundas te da no sé qué.

Bueno... primeras impresiones a parte, empiezas a tener tu pequeño redil de hombrecillos con los que mantener una conversación, por A o por B han ido a parar allí y te propones, aunque no sea a todos, conocer a unos poquiticos.

Empezamos, el chico guapo que no sabía hacerse una idea de la proximidad entre Astorga y Palencia. La geografía nunca fue mi fuerte, no voy a ir aquí de lo que no soy, pero si me dicen, por ejemplo, Cádiz, sé que está lejos, si me dicen León pues sé que es una provincia que está pegando con la mía. Su afición era el fútbol y salir con sus amigos, y no sé por qué se me ocurrió la maravillosa idea de hablarle de libros, pero lo hice, y con un simple "no me gusta leer" no hubiese tenido más trascendencia el asunto, pero no me sueltes un "es que yo no leo porque se me juntan las letras, jajajaja".

También me he topado con otro, que no sé yo muy bien por qué le tengo, supongo que por seguir el lema Pokemon de "¡Hazte con todos!", que me suelta, así sin venir a cuento, "Tu Ana, tendrías una sesión de sexo animal y apasionado hasta quedar afónica y sin uñas con un perfecto desconocido encontrado a través del Tinder? (Sólo vale sinceridad, no vale pasar palabra, ni hacerse la digna, sólo sinceridad)", y fui sincera, y me llamaron petarda y me mandaron a tomar "por culín". ¿Para qué pides lo que no estás dispuesto a escuchar, alma de cántaro? ¿Para qué?

Después tengo a otro tipo, de 36, que tiene sus limitaciones. Tras darme unas, varias, respuestas absurdas a una cuestión le pregunté que si en serio tenía 36, hasta que no se lo expliqué se lo había tomado como un halago (pobre criaturita) al responderme un "si pero me conservo unnpokito :)".

Me han llamado borde por no sentarme bien que me saluden con un "¿dónde estás? quieres quedar", que yo para ligar y para echar un polvo una noche de momento no suelo tener problemas, y si con eso me demuestras que igual tú sí yo no quiero saber más. Y lo que más veces se ha repetido (¡y que es bonito, oye!) es que soy especial, distinta a las demás, porque escribo bien y utilizo signos de puntuación.

No obstante, a pesar de los especímenes con que te puedes encontrar, predomina la gente normal, simpática y dispuesta a darte una conversación agradable. De momento no me he enamorado, ni he encontrado pareja, ni he desvirtualizado a nadie, pero tiempo al tiempo, nunca se sabe lo que puede salir de aquí.

Seguiremos informando.
¡Quiero experiencias, opiniones y debate!

Estaba planteándome abrir un blog sobre lo complicado que es encontrar pareja hoy día, aún es sólo una idea que circula por mi mente, ¡que el otro día hice cuatro años de single lady! ¡Ay! La vida...

11 de mayo de 2014

Me secaba las lágrimas con el reverso de la mano; aunque sé que nunca debí llorar enfrente tuyo quizás lo hice por el interés que tenías en verme siendo más humana, sé que podría haberlo evitado, pero no lo hice. Me hablabas serio y me mirabas frío, como siempre me gustó de ti, sólo que esa vez dolía.

Era el principio del final y ahí estaba yo, procurando convencerme de que no era así.

El beso del adiós fue el más dulce, venenoso, lento e hiriente. El más triste. De ojos rojos, angustia en el pecho y manos temblorosas. De labios tímidos y caricias lentas.

Nunca supe lo que te pasaba por la cabeza, nunca quise creer que lo que parecía obvio fuese lo que realmente pensabas. Sigo sin creerlo.




Hace poco leí un libro donde el protagonista me recordó a ti.

9 de marzo de 2014

Si no sientes miedo, no estás vivo.

"Miedo a lo desconocido,
a fracasar.

Miedo a los cambios,
a no ser amado
y a amar demasiado.

Miedo a buscar su mano
y no encontrarla,
a perder la confianza.

A ser prescindible
y a ser imprescindible.

Miedo a los otros,
miedo a ti mismo.
Miedo al miedo.

Si no sientes miedo, no estás vivo."


Y ahora mismo estoy tan viva que me da la impresión de tener un jardín en el alma.



Ilustración: Albert Solóviev.

14 de febrero de 2014

Caótica, Ana.

I
Feliz primer aniversario sin vernos las caras.
Feliz tú; yo a ratos, pero cada vez más largos.

Que la distancia no hace el olvido,
y el tiempo tampoco.
Me lo enseñaste tú
y ella me lo demostró.


II
Ya no te escucho sobria y ebria no me dejan,
que me sientas peor que el tequila desde que no lo brindo contigo.
Que aunque puede que te quisiera yo también me quiero,
y dolías.

Ojalá me sufrieras un poco de lo que yo te sufrí.
Un ápice de ese dolor,
un poco de ese vacío por dentro.
Pero tú no.
Al menos, por mi, nunca.


III
Que pagaría por compartir una cerveza contigo, sí.
Al igual que también pagaría porque nunca hubieras aparecido en mi vida.
Que a ratos te mataría,
pero en el fondo te tengo aprecio.

Es sólo que te quise.
Ya no te quiero.


IV
Fuiste el error más grande que cometí,
La culpa más pesada con la que cargué.
La locura que nunca hice por nadie,
ese fuiste tú.

El perder la cabeza, que te llevases mi norte.
Quien puso mi mundo patas arriba,
la consecuencia de tus estragos.


Está bien.
Creo que no quiero volverte a ver,
(al menos por ahora).





6 de febrero de 2014

Anécdotas conciertiles Vol. I.

A mi hay cosas que veo/vivo que me dejan un poco loca, tanto así que al cabo de un tiempo, cuando vuelve a reaparecer algo relacionado con ello me vuelven a la cabeza y me indigno, río, lloro o lo que proceda. Lo de esta vez fue de risas y perplejidad, una mezcla entre quedarte fría y descojonarte.

Todxs sabemos que los músicos tienen un no sé qué, qué sé yo, que hace un tilín especial, da igual la edad que tengas o tus preferencias musicales. Da igual lo más o menos conocidos que sean, tienen un rollo que les distingue del resto de los mortales y eso es algo de lo que todos nos hemos acabado dando cuenta.

Pues bien, hace un tiempo, después de un concierto, me topé con una señorita (no la vamos a privar de tal calificativo por mucho que le faltaran las formas) y mi intuición me dijo "atenta, que la noche va a dar de sí". No está bien bien generalizar, pero tengo ciertas reservas en lo que respecta a las nuevas generaciones. La cosa, que así sin venir a cuento y en mitad de una conversación músico-ella-yo (nosotros dos fumando, ella pasando frío), me soltó un ataque gratuito por haber ido, según ella, a "un colegio de pijos". No se puede empezar bien con alguien que sin conocerte te encasilla tan rápido y en base a nada, es inevitable ponerle una cruz bien grande en la cara, por bocas y falta de modales.

Me pongo a hablar con unos amigos, yo pensando "la vamos a tener", y vuelve ella, se me acerca, me coge la mano y me dice: "a ver, como creo que vamos a pasar toda la noche juntas porque se ha ido mi amiga creo que es mejor dejar las cosas claras desde el principio, ¿a ti quién te gusta? Porque a mi me da igual, si a ti te gusta uno yo voy a por el resto, que a mi me gustan todos". Mi cara un poema, y hombre, como yo no soy quién para privar a nadie de tener un objetivo u otro la di vía libre para que sacase todas sus armas con quien le diese la realísima gana. Diré que creo que hubiera sido mejor enfadarse con ella, porque desde ese momento me cogía de la mano para llevarme a rastras por todos  lados como si fuera su amiga de 18 años sin serlo, y yo para lo del espacio vital ya he dicho muchas veces que soy muy mía, y que me toquen o me agarren así por que sí no me hace ni pizca de gracia. Pues eso, la niña feliz y yo con semejante carga de la que poco a poco me fui desprendiendo.

Ya se dice, que en el amor y en la guerra todo vale, y aunque aquí no hubiese ni amor ni guerra por ningún lado yo lo extrapolo porque sí, porque me da la gana. Y ante la declaración anterior, que tan tocada me dejó, tenía la imperiosa necesidad de contarlo, y así fue. Que puede que no estuviese bien, que fuese muy sucio por mi parte, ¡pero qué narices! Que a mi me hizo mucha gracia y al resto de la gente también.

Todas nos hemos puesto pesadas alguna vez, yo la primera, que con alguna copa de más puedo ser el ser más cargante sobre la faz de la tierra (bueno, tanto tanto no), pero hay unos límites, si tú no dejas de agarrar a alguien y ese alguien no hace más que procurar soltarse no sigas, que la cosa pinta fea. Pero ella no lo veía, osease, los bailes que se traía el personal eran graciosísimos y yo me reía mogollón mogollón cuando ponían cara de "Diuuuus, que alguien venga a salvarme" (tengo documentos gráficos, pero mi hijoputismo tampoco es tan desmedido).

Y oye, que me resultaba envidiable la confianza que tenía la chica en sí misma, lástima que el físico no le acompañara. Y sí, sé que este comentario ha quedado muy de flipadísima, es lo que tiene no tener ni abuelas ni abuelos ni novio ni na' que te suban la moral.

Por si queda alguna duda, sí, se volvió a casa sola tambaleándose por medio de la calle y me dio una buena lección sobre lo que nunca hay que hacer y que hay que tener cuidado con quién presumes y de qué cuando no tienes ni repajolera idea de con quien estás hablando, pero ese ya es otro tema.



3 de febrero de 2014

Hombres, mis queridos hombres.


¿Por qué les cuesta tanto ser sinceros a los hombres? ¿Por qué no te frenan los pies antes de que te veas inmersa en plena maratón para conquistarles?

“-Sólo quiero follar.
-Ajá, tomo nota, sólo sexo.

Se me vienen a la cabeza muchas situaciones que ahora resultan graciosas, pero que en el momento no lo fueron tanto, de los típicos que te dan gato por liebre. Que a ver, no digo yo que lo hagan a malas, más bien culpo a la falta de pelotas para coger al toro por los cuernos, pero duele, pincha un poquito, y lloras, te cabreas y les quieres partir la cara.

La última fue la del chico… llamémosle X, ninguna pareja estable, parecía muy tierno. Múltiples encuentros, y remarco múltiples, planes peli-manta, se dejaba el cepillo de dientes en casa, se traía el pijama (¿quién coño saca hoy día el pijama de paseo para follar?) y le preparaba el desayuno (diré en mi defensa que fue la única persona con que lo he hecho, y nunca más). Me decían mis amigas “no tienes que ser tan hermética con los chicos, porque claro, ellos no saben lo que puedes estar sintiendo”, vale, venga, sal un poquito del caparazón, Ana: “me gustas”, “¿a sí?”, abrazo fuerte y mi cara desencajada en la oscuridad. La versión cutre del “te quiero; gracias”. Oye, igual es que el chico es tímido o más hermético que yo, quién sabe, ¡pero me abrazó fuerte después! Quizás esa era su forma de responder.

Puede que sea cosa mía, que soy un poco trabada, pero creía, consideraba, que después de más de un mes en ese plan… las ilusiones estaban justificadas. ¡Zasca! Bomba de humo y posterior patadón al pedir explicaciones del que ni siquiera pude defenderme porque me toco consolarle. ¿Hola? Me gustabas, lo sabías y me estás hablando de otra tía, ¿te reviento o te reviento?

Antes de ese hubo otro similar, acababa de salir de una relación muy larga, “no, no busco nada serio, después de tanto tiempo quiero un poco de libertad”, a ver, que puede que yo mezcle cosas y no me aclare bien, yo si quiero un follamigo (que hasta donde me consta nunca he tenido uno, al menos conscientemente) no le escribo todos los días, no le hago cumplidos del estilo “¡me encantas! Amo tu forma de ser”, “no he pegado ojo en toda la noche porque no podía dejar de mirarte”, “eres la persona más erótica y sensual que he conocido nunca”, ¡ojo ahí! Que yo creo que cuando te pone una persona y te gusta como es… ya son muchos muchos puntos para querer algo con tal persona (yo, desde mi punto de vista, algo personal, igual para el resto del mundo no). ¡ERROR! Y otra vez, pasado un tiempo, me rompen mi burbujita privándome de poderme defender y gritar a la cara como Dios manda, pues nada, oye.

Previos a estos están el que te dice que le encantas, acabas conociendo a todos sus amigos, te lleva a reservados con ellos y con prostitutas (tú acojonada, no vaya a ser que la gente piense mal) pero al final resulta que se va a vivir a otro país, lo típico vamos.

La cosa, que todo es mucho más simple, ¿qué necesidad hay de marear la perdiz? Que hablando las cosas, dejándolo claro, nadie sufre y nos divertimos todos. Y es que aquí no acaba el drama de estas situaciones, en primer lugar está el drama personal, en segundo lugar el drama para las amigas, a las que también las toca cargar con un gran peso a sus espaldas.

Yo me propuse para este 2014 no enamorarme, bueno, yo no me enamoro, más bien no encapricharme too much. De momento no he derramado lágrima por varón en el mes que ha transcurrido de año. Pero estoy TAN harta de escuchar historias de fantasmas que os juro que voy a empezar a cortarles la cabeza y dejarlas expuestas en el portal con una nota aclarativa, “Si no tienes la puta madurez suficiente para manejar una situación no cruces esta puerta ni te acerques a mis amigas, o tu vida corre peligro”.

Pues eso, que hoy por ti mañana por mi, que a nadie le gusta que le engañen vilmente, que si empieza a haber sentimientos de por medio las cosas dejan de ser tan divertidas para una de las partes, y fomentarlos sin interés alguno es de hijos de puta.

Cruzo los deditos para que ninguna de las personas previamente mencionadas lea esto, y si lo leéis no me lo digáis nunca. Ya no os guardo rencor, me resulta gracioso (reír por no llorar, dicen),  pero en su día me sentó mal, fatal. Pues eso, con un par. En el amor (o en el sexo), y en la vida en general, con un par.


Distorsión.

Retorcerse entre tus brazos a escondidas mientras me sujetas fuerte y me intentas besar, colgarme de tu cuello mientras se nos enredan las piernas, y nos reímos y nos besamos y nos volvemos a reír. Las miradas que desnudan y te follan hasta el alma, que las embestidas ya vendrán después. Que te pongas serio y me mandes a la mierda sin miramientos por ser demasiado caprichosa. Dispárame. Que me colmas las ganas, estamos borrachos y nos volveremos a ver pronto. Que siento tu lengua entre mis piernas y se me pasa el frío. Que haces dulce lo amargo. Que tus "te quiero" son tan de mentira como mis "esta vez no me voy a colgar", pero me da igual. Que no nos hacemos falta. Que me llamas en diminutivo, me llamas bonito. Tus manos en mi cintura, nuestro reflejo en el espejo del baño. 

Que me veo más guapa que anteayer, sonrío un poco más.