22 de diciembre de 2011

última noche 2011 en Santander.

Soy muy joven para decir "para siempre" y demasiado mayor para creer en el amor eterno. Las pasiones, que tendrían que ser algo implícito en el ser humano, son más escasas de lo que me creía y valoro cada pizca de autenticidad que me encuentro por casualidad entre la gente. Me ilusiono con facilidad y es difícil matarme la esperanza. Recupero el valor antes de cada batalla, aunque eso no quita que fuera del punto de mira me sea fácil derrumbarme. Echo de menos tiempos mejores, confío en que algún día volverán.

Tengo la ropa sobre la cama, en dos horas cena de navidad de clase. Este año el último día no será como el pasado. Esta vez no me quedaré en casa perfectamente arreglada con una botella de Brugal al lado y miles de preguntas y de lágrimas en los ojos. Al menos vamos progresando ¿no creen?

Nunca es tarde para que las cosas puedan cambiar. Nunca.

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