13 de marzo de 2012

Pensamientos: ¿Qué habrá sido de él?

Nunca hubo nada, y posiblemente nunca lo habrá. Puede que no sea tu tipo o puede que los prejuicios no dejen que lo sea. Eres una de esas espinitas que se me quedan clavadas y de cuando en cuando me acuerdo de ti. Hay una canción que me recuerda a ti, hay una imagen en mi cabeza, y a veces pienso que hubiese pasado si al despedirnos en aquella puerta, mientras tú me cogías por la cintura, no hubiese sentido tanto pavor y te hubiese dado un beso. Tan solo tendría que haber girado la cara, tan solo eso. De aquella parece que aún tenía conciencia y unas ganas desmesuradas de atravesar esa puerta que me alejaba de la tentación.

Nunca volvió una situación parecida, de verme sentada en tu habitación un día a las 7 de la mañana tratando de ahuyentar a un compañero de clase del que era mi novio a que la semana siguiente ni me saludases al verme. Cuando te apetecía de cuando en cuando me decías algo, eras tan soberbio y eso era algo que me llamaba tantísimo la atención. Me arrancabas un cigarro de los labios lo encendías mientras yo te miraba sin entenderte, sin entenderlo, y a las dos caladas me lo devolvías como si nada, como si fuese lo más normal del mundo, como si hubiese confianza, esa que nunca hubo.

Hubo también un día, tiempo después, creo que a principios de noviembre del 2010 en que me girabas la cara, me apartabas la cara pero no te ibas. ¿Me veías tan desesperada y descontrolada que por un casual te daba apuro dejarme sola por lo que podía llegar a hacer o me pudiese llegar a pasar? ¿Viste al acosador que tenía aquella noche por ahí rondando como un peligro cierto? ¿Sabes el odio que te pude llegar a tener aquella noche? ¿Por qué cuando me fui llorando me seguiste por un camino que no era el que tú tenías que tomar? Si, fue una de esas noches en las que se me pudo ver llorando, descalza y con los tacones en la mano, por medio de la carretera en busca de un taxista que me llevase a casa, de esos que te consuelan y te dan cleenex para que te seques las lágrimas. Si está situación ya es patética de por sí más lo fue cuando días después se la conté a R. y ahí me soltó la famosa frase de "Ana, puedes tener a quien tu quieras en la palma de la mano", ¡Aháaa! Creo que fallaste al soltar esa perlita. Ni tu, ni él, ni nadie.

¿Por qué después te tenía que encontrar por MI facultad, no la tuya? ¿Y por qué después te fuiste? ¿Y qué pasará cuando vuelvas otra vez? La respuesta a esta última pregunta es nada, pero ya saben que yo soy mucho de hacerme preguntas absurdas.

Mucha gente cree que pasó algo, me originó un disgusto parejil en su momento. La gente lo comentó pero tu nunca desmentiste nada. Y me indignó de aquella que la gente volviese a hablar por hablar y que yo quedase mal. Y que la gente dijese cosas que no fuesen ciertas, y en el momento me salió el despecho de hacer una locura y darle un beso al primer tío facilón que pasaba por allí, delante tuyo y delante de quien habló, los dos en la acera de enfrente. Una de esas noches que sales con novio y te vuelves soltera a casa y con una mala hostia que no lo centras.

Y bueno, después de toda la historia, y desde el primer día hay una canción que me recuerda a ti, o me recuerda a mi en esos momentos. Y esa canción es esta:


Y tú no lo leerás, y creo que poquísima gente te identificará, pero bueno, yo me quedo más tranquila, me desahogo y todos somos igual de felices.

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