7 de marzo de 2015

Estas últimas semanas he perdido un poquito de mí, o al menos yo lo creía perdido, la gente me decía que me había vuelto comercial, que parecía mentira con lo que yo había sido, pero no, cuando menos te lo esperas el fuego se aviva y vuelves a arder, se te calienta algo en el pecho y te das cuenta de que así es como te gustas, que da igual a quién le gustes. Creo que voy a darme la mano y concederme otra oportunidad.

No quiero volver a contar la historia de lo que no me atreví a hacer por vergüenza, que no por falta de ganas. La historia de las ganas que se me quedaron atravesadas entre las piernas y en la cabeza. Quiero contarte, quiero contarnos. Que estoy perdiendo la cabeza por exceso de cordura, y quiero ponerme loca, que es como más guapa estoy y como quiero que me veas, que me acaricies la locura. Que ya se dice, hay que arriesgar, que para perder tenemos todo el tiempo del mundo. Y te podría esperar, pero ya se sabe que el esperar conduce con demasiada frecuencia a la desesperación, y si algo me ha quedado claro es que le vida es demasiado corta como para ir dejándola correr sin tomar partido en ella, ¡aquí hay que tirarse al río!

Que mis vértices te reclaman.


No hay comentarios: