10 de agosto de 2010

Espejo

Se mira en el espejo. Luce impecable, hermosa. El vestido se amolda a cada una de sus curvas, los tacones la aportan confianza. El pelo alborotado cae sobre sus hombros. Su rostro transmite tranquilidad, armonía. Se mira fijamente en el espejo. Una y otra vez. De arriba a abajo. Se gusta, y no lo comprende.

Harta de observar aquella imagen coge un cigarro del paquete que tiene a medias sobre la mesa. Se asoma a la ventana y lo enciende. Dejando como huella de esa primera calada una marca roja de sus labios sobre el filtro. Mirada al horizonte, al infinito. Piensa en los giros que ha ido dando su vida. Está conforme con todos ellos. Está orgullosa de todo lo que ha vivido hasta el momento. Pero no está contenta ni se alegra por eso. Tiembla al pensar que un día todo cambiará. Que no seguirá siendo la chica que minutos antes estaba frente al espejo. Que solo está de paso por aquí. Teme la monotonía, la rutina, la ausencia de acontecimientos memorables. Tiene miedo de verse dentro de unos años viviendo del pasado. "Eso sería estar muerta en vida".

Apaga el pitillo y lo lanza con rabia a la calle. Comienza a meter poco a poco la cartera movil y demás en el bolso, lo necesario para una noche de sábado. Vuelve a mirarse al espejo, tiene los ojos encharcados. No logra contener las lágrimas un minuto más y rompe a llorar. Se seca con el reverso de la mano. No hace ruido, no puede permitir que la vean u oigan llorar. Una vez calmada toca disimular. Esboza la mejor de sus sonrisas y se lanza a la calle una noche más.

Aún no han cambiado los tiempos. Aún puede ir por la calle y ser de esas a las que la gente mira al pasar. No llores tonta, no llores antes de algo que ni siquiera sabes si algún día va a llegar.

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